viernes, 14 de diciembre de 2012

Y entonces todo cambió.

Verde, azul, morado, rosa, rojo, amarillo..., ya ni los colores me hacían sentir como antes; todos me parecían gris, con distintos tonos, pero gris al fin y al cabo.

Sólo fue una palabra, una maldita palabra que lo mandó todo a la mierda. ¿Por qué tuviste que pronunciarla? ¿No podías mantenerla en tu cabeza, en lo más profundo de tu subconsciente? Sé que así es, que si que podías haberte guardado tu palabrita en lo más recóndito de tu mente y nunca hacerla pública pero tenías que hacerlo para fastidiarme, ¿no es así?

De todas maneras ya da igual. Todo brillo se perdió, toda esperanza se marchitó para dar paso a la desilusión y a la amarga verdad. Porque en el momento que pronunciaste ese vocablo compuesto por cinco letras me matastes.

Ya es hora de pasar de página, de comenzar de nuevo a vivir, de dejar de depender de alguien como tú. Por eso y por todo lo que me has hecho pasar te digo exactamente lo mismo que me has dicho a mí, sin contemplaciones ni rencores: Adiós.

Adiós, espero no volverte a amar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario